sábado, 11 de noviembre de 2017

Querida Victoria,

Hay tantas cosas que quise decirte y nunca supe cómo poner en palabras; tantas cosas que quiero decirte, en realidad. Tiempo presente. No puedo evitar preguntarme cómo habrían terminado las cosas, cómo habríamos terminado nosotros, si hubiese podido decirlas en su momento. No soy idiota, sé que jamás me hubieses correspondido, pero quizá lo hubieras pensado dos veces antes de hacer lo que hiciste. Quizá si hubieses sabido que por lo menos una persona aún te era fiel, que te amaba incondicionalmente, no lo hubieses hecho. ¿Me siento culpable o responsable por lo que te pasó? No, definitivamente no. ¿Considero que podría haber hecho algo para evitarlo? Haber aprendido a leer mejor tus reacciones, creo. Pero, lo hecho, hecho está: vos te fuiste y yo fui un cobarde que nunca tuvo las agallas suficientes como para decirte que te amaba. Qué pareja. En fin, por lo menos sé que ahora, estando ebrio, habiendo pasado horas mirando una de las únicas fotos que teníamos juntos y llorando como nunca creí posible llorar, puedo decir lo que siento. ¿Te acordás cuando me decías que era mejor sufrir por amor que vivir sumido en el letargo de la monotonía cobarde? Elegí la segunda, y ahora estoy pagando las consecuencias. Tenías razón.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario